martes, 6 de marzo de 2007

Etica y psicoanalisis

ETICA, TECNICA Y EL CARACTER CONJETURAL DE LA CIENCIA.
Juan Fco. Jordan M. y Jaime Coloma A.

En las revisiones que los autores hemos realizado previamente, sobre el tema que aquí exponemos, nos hemos encontrado con una característica tendencia a confundir ética con epistemología y moral con técnica.
Una expresión de lo señalado se aprecia en lo expuesto por Klimovsky, Dupetit y Zusman (1990). Ellos consignan como, desde Freud, el psicoanálisis amplió las hipótesis filosóficas o teológicas que hasta ese momento eran las que predominaban en el asunto que estamos discutiendo. Apuntan que el sólo hecho de formular estas hipótesis, pone al psicoanalista en una determinada posición en el plano de la ética.
Esta afirmación nos parece riesgosa porque, a nuestro entender, se ubica en un punto de apoyo sobre ética psicoanalítica que creemos crucial y controversial para nuestras estipulaciones al respecto. Nos referimos a la confusión que puede suscitar identificar la formulación de una hipótesis con algo que determine una posición ética.
La formulación de una hipótesis, cumple, en el desarrollo de una ciencia, el rol de orientar al científico en una situación enigmática, perfilándole un campo de exploración tentativo, de acuerdo a ciertas descripciones, que se suponen explicativas del sector enigmático de origen y que le posibilitan en la práctica, desarrollar operaciones en condiciones de incertidumbre . (Lolas,1991)
No nos parece que una actividad de este tipo comprometa una posición en el campo de la ética, como afirman los autores citados. Las hipótesis son conjeturas plausibles requeridas por la imperfección cognitiva del ser humano y necesarias para iniciar un avance en el conocimiento. Si una hipótesis compromete a alguien eticamente, es porque ese alguien construye su hipótesis para controlar la realidad y no para conocerla.
El problema que se plantea es de enorme trascendencia y se relaciona con una de las características tal vez más definitorias del hombre moderno en contraposición al hombre medieval, esto es, el hecho que desde la introducción del método científico, epistemología y ética se encuentran separados. Según Berman (1987), para el hombre medieval "Hecho y valor, epistemología y ética, son idénticos. '¿Qué es lo que sé?' y '¿Cómo debo vivir'? son la misma pregunta". (p. 51).
La posición del hombre medieval se encuentra determinada de antemano, como así también sus objetivos, ya que el significado es inmanente y le es asignado desde fuera, desde Dios. El hombre moderno, en cambio, debe buscar y encontrar sus propios objetivos, los cuales requieren de un acto de voluntad. Lo que debieran ser esos objetivos ya no puede deducirse lógicamente desde un significado inmanente y transcendente. Berman señala al respecto que "… la ciencia moderna está basada en una distinción marcada entre hecho y valor; puede decirnos únicamente cómo hacer algo, no qué hacer o si debiéramos hacerlo o no". (p. 51).
Que el psicoanálisis incluya al sujeto en su campo de investigación, podría estar contribuyendo a la posibilidad de reintegrar epistemología y ética desde un vértice ya no religioso, sino científico.
Dejamos abierta la pregunta para la reflexión. Valdría la pena considerar que, por una parte, la disociación entre conocer y actuar presente en el desarrollo de las ciencias naturales, ha significado pagar un alto precio en términos, por ejemplo, de la contaminación de nuestro medio ambiente y la amenaza de destrucción total proveniente de las tecnologías. Esto porque el conocimiento ya no determina lo correcto o incorrecto, sino se concibe como una actividad neutra. Sin embargo, por otra parte, la confluencia de ambas dimensiones, el conocer y el actuar, hace aparecer inmediatamente los temores de una regresión a un integrismo oscurantista en que todo está determinado desde lo universal.
Los psicoanalistas estamos en medio de estos riesgos. La neutralidad en nuestro conocer puede llevarnos a olvidar a la persona. La falta de neutralidad puede convertirnos en guías espirituales, imponiendo nuestros valores a los analizandos, según lo que nos indique el modelo teórico al que suscribimos.
Nos interesaría ahora explorar qué principio ético se relaciona con lo que a nuestro entender es lo más esencial del psicoanálisis, su caracter científico, tal como lo dice Racker (1976).
Hasta ahora, los psicoanalistas construímos teorías, pero no elaboramos leyes científicas, nuestro trabajo está constantemente apoyado en un piso hipotético. Vale decir nuestra disciplina se hace cargo "ad limitis" de un caracter conjetural de la ciencia. El mantener esa concepción como perspectiva estable, induce al riesgo y a la ansiedad, a un sentimiento de estar acogiendo cognitivamente la transformación constante de lo vivo, y orientándose en ello de acuerdo a la teoría, pero no a la ley.
En esta condición podría ser reasegurador transformar sin más nuestras hipótesis en leyes, y desde allí determinar que nuestras conductas psicoanalíticas son eticamente orientadas por leyes que, sin darnos cuenta, podemos tomar como verdades inmutables. Es interesante consignar al respecto la afirmación de Etchegoyen (1988) de "creer que cuando el paciente confirma o refuta nuestra interpretación, está también confirmando o refutando nuestras teorías".
Klimovski y col. (1990), estiman que "el establecimiento cada vez más riguroso del setting analítico, incluyendo la regla de abstinencia en su concepción más amplia, obligó a plantear una normativa, una serie de reglas y prescripciones que, aunque sea a título de asegurar la cura, empezaron a señalar lo que está bien y lo que está mal en un tratamiento". Queremos plantear que es digna de revisar la afirmación de Etchegoyen(1988), que se orienta en el mismo sentido que los autores que estamos considerando, cuando dice: "Hasta puede decirse que la ética es una parte de la técnica... La ética se integra en la teoría científica del psicoanálisis, no como una simple aspiración moral sino como una necesidad de su praxis". (p.27).
Creemos, en cambio, que toda praxis incluye la norma ética de ser ejercida correctamente para ayudar al otro de acuerdo a lo que indica la investigación en el período en que se ejerce la acción específica. Pensamos que es equivocado confundir reglas y prescripciones que aseguren la cura, con normas éticas. Lo ético es que un grupo científico investigue constantemente sus métodos de investigación y técnicas de abordaje, pensando en el mayor beneficio del ser humano. No que transforme en normas éticas lo que corresponde al campo del método y de la técnica. Estos pueden y, eventualmente, deben ser modificados de acuerdo al avance del conocimiento. El conocimiento se estanca si se transforman en normas éticas lo que corresponde a aislamiento de variables y formas de trabajo.
Nos parece pertinente precisar en este punto lo referido a la diferencia entre el llamado imperativo categórico del imperativo hipotético, tal como los postuló Kant. "Un imperativo es hipotético, si la orden que enuncia está subordinada como medio, a algún fin que se quiere alcanzar, o al menos, que se podría querer alcanzar… y es categórico si ordena sin condición". (Lalande, 1953). Las reglas técnicas coinciden con los imperativos hipotéticos. Los imperativos categóricos conforman el mundo moral. "Quedan excluídos del terreno de la ética los imperativos hipotéticos problemáticos, que constituyen la técnica y las aplicaciones de la ciencia…" (Escobar,1988)
Como señalábamos anteriormente, creemos que toda praxis debe ser ejercida correctamente, para ayudar al otro de acuerdo a lo que indica el estado del conocimiento, en el período en que se ejerce la acción requerida. No estaríamos de acuerdo en entender esto como la obligación moral de ajustar nuestra praxis a una norma de trabajo, como podría deducirse del escrito de Klimovski y col. En el ejercicio de una acción no se es correcto o incorrecto, por ajustar ésta a cierta exigencia de la técnica. Estas exigencias no pueden tener caracter universal y absoluto, dado que dependen del modelo teórico en que se sustentan Pensarlo así, significaría que se orienta la técnica como un principio moral y no como un requerimiento funcional. Supone acercarse a un modelo de santidad y no a un modelo de profesionalismo.
Nos parece atingente referirnos en este punto al primer artículo de Money-Kyrle (1944), cuyo propósito es hacer una contribución psicoanalítica a la moralidad en el ámbito de la política. Propone una "moral primaria" cuyos principios subjetivos, que serían descubrimientos empíricos del psicoanálisis, son: "Es malo (esto es genera culpa) herir o amenazar un objeto bueno; es bueno amar, reparar y defender a un objeto bueno; es también bueno odiar, atacar o destruir a un objeto malo, esto es cualquier cosa o persona que amenace destruir a un objeto bueno." (pp. 186-187). Esta moral primaria, según Money- Kyrle, seria universal y empírica, ya que sería una cualidad común a toda la especie humana. Desde esta moral primaria se desarrollaría una moral adulta que es relativa.
Nos interesa establecer para nuestra reflexión que la ética afecta a la conducta como un hecho en sí y no al significado de la conducta. Vale decir no es el significado de la conducta el que compromete lo ético. No es que se interprete que una conducta sea envidiosa, lo que la hace inmoral, sino que el comportamiento envidioso esté destinado a perjudicar a otro, llevándolo a cabo.
Pareciera que Money-Kyrle, sustenta su ética en el hecho que la realidad psíquica sustituye a la realidad externa, atributo del proceso primario. Pero no necesariamente un evento del mundo interno trasciende a la conducta y lo que interesa a la moral, lo reiteramos, es justamente la regulación de ésta. Lo que propone es una ética del mundo interno, cuya observancia conduce a la salud mental. Esto implicaría concluir que aquel que padece de insanía mental, estaría atacando sus objetos internos, y desde esta perspectiva estaría faltando a la ética.
Lo particular de su planteamiento reside en el caracter empírico que tendría la ética por él propuesta. Sin embargo en su contenido y en la moral desde ella derivada, no difiere mayormente de una ética de base judeo-cristiana, si se sustituye el objeto interno por una realidad trascendental.
Estas afirmaciones son corroboradas por el mismo Money-Kyrle (1977) cuando señala, que un análisis exitoso debería conducir a algo similar a convertirse en un santo, aunque menos fanático. "El individuo bien analizado -dice- ha descubierto que el mordió el pezón en la fantasía o algo parecido. Se ha arrepentido y ha hecho un duelo por este crimen y siente que los objetos buenos, que habían sido destruídos, reviven dentro de él, lo han perdonado y permanecen como un mentor interno. Presumiblemente, algo parecido o similar le ha sucedido al santo cristiano: él ha descubierto una parte Judas en él que ha traicionado a su Señor y habiéndose arrepentido amargamente y hecho un duelo por este crimen, siente que su Señor, que todo lo perdona, se ha levantado de la muerte dentro de él mismo." (p. 465). Acota que la diferencia estaría en que el santo ha cometido el crimen en el mundo externo, en cambio el crimen en el psicoanalizado sería en el mundo interno. Pero, en el inconciente el mundo interno y el externo son intercambiables. Concluye diciendo: "Yo no sé si es más fácil o más difícil llegar a ser un santo analítico de lo que es llegar a ser uno cristiano. Pero si al análisis se le permite continuar su desarrollo, pienso que será más fácil llegar a ser uno analítico. Las dificultades psíquicas son, tal vez, iguales, pero la técnica psicoanalítica para lidiar con ellas se está desarrollando. Mientras tanto tal vez, cada lado debería ser más caritativo con el otro". (p. 465).
Eigen (1981), por su parte, ha estimado que el modelo de la cura de Kohut - el cual propone la necesaria internalización transmutativa del buen analista en un super-yo benigno, que funciona como sistema regulador de la auto-estima- puede dejar al paciente como un niño sometido a su objeto interno bueno: "en efecto sometido a la 'tiranía de la bondad' ".
Hemos traído a colación estas citas y sus concomitantes reflexiones críticas, ya que nos parece inquietante el hecho de que un modelo científico pueda a llegar a constituirse en un estilo de vida, es decir en una normativa ética, colocandose la técnica al servicio de la transmisión encubierta de este modelo. Esto significa borrar los límites entre epistemología y ética, amparandose en un significado inmanente al propio ser, que puede tranquilizar psicológicamente, impidiendo el auto-descubrimiento, tan esencial al psicoanálisis, y al mismo tiempo hace desaparecer el carácter conjetural del modelo. Esto también es meritorio de una reflexión en torno a la ética del psicoanálisis.
Nos parece orientador concluir estas reflexiones con la propuesta de Popper (1982), al concebir una nueva ética profesional, destacando las consecuencias de adjudicarle un carácter conjetural a la ciencia.
Diferencia esta nueva ética profesional de la vieja ética. Reconoce que aunque ambas están basadas en las ideas de verdad, racionalidad y responsabilidad intelectual, la ética profesional antigua se fundaba "sobre la idea del saber personal y del saber seguro, por tanto sobre la idea de autoridad". Esta ética prohibe cometer errores. Debido a esto conduce al encubrimiento del error en favor de la autoridad. La nueva ética, en cambio, se apoya en el concepto del saber objetivo e inseguro, junto a las ideas de tolerancia y honradez intelectual. Propone doce principios fundantes de esta nueva ética profesional, de los cuales seleccionaremos seis:
1- Nuestro saber conjetural objetivo va siempre más lejos del que una persona puede dominar. Por eso no hay ninguna autoridad. 2- Es imposible evitar todo error. Los errores son continuamente cometidos por todos los científicos. La vieja idea de que se pueden evitar los errores, y de que por eso es obligado evitarlos, debe ser revisada: ella misma es erronea. 3- Naturalmente sigue siendo tarea nuestra evitar errores en lo posible. Pero precisamente para evitarlos debemos ante todo tener bien claro cuán difícil es el evitarlos y que nadie lo consigue completamente. 4- Debemos por tanto modificar nuestra posición ante nuestros errores. Es aquí donde debe comenzar nuestra reforma ético-práctica. Pues la vieja posición ético- profesional lleva a encubrir nuestros errores, a ocultarlos y, así, a olvidarlos tan rapidamente como sea posible. 5- Debemos tener bien claro que necesitamos a otras personas para el descubrimiento y corrección de errores ( y ellas a nosotros); especialmente personas que han crecido con otras ideas en otra atmósfera. También esto conduce a la tolerancia. 6- Debemos aprender que la autocrítica es la mejor crítica; pero que la crítica por medio de otros es una necesidad. Es casi tan buena como la autocrítica.
Ya en 1928, Ferenczi, adelantándose quizás a las concepciones que hemos expuesto, señaló: "Es necesario no avergonzarse nunca de confesar sin reservas los errores que se cometieron. No debe olvidarse nunca que el análisis no es un proceso de sugestión, que dependa primariamente de la reputación y de la infalibilidad del médico. Todo lo que pide es confianza en la franqueza y la honestidad del médico, honestidad que no se ve perjudicada por la franca admisión de posibles errores". (p. 83).
Creemos que concebirnos como profesionales que estamos constantemente rescatándonos de un error inevitable, puede llevarnos a considerar nuestros principios éticos en una perspectiva yoica y no super yoica. Reflexiva y no impositiva. Nos permite diferenciar ética de epistemología, moral de técnica. Algo que, a los autores, nos ha parecido tiende a confundirse, irradiando regresivamente desde esta confusión hacia toda la temática específica de la ética y la moral psicoanalítica.

REFERENCIAS
Berman, M. (1987). El reencantamiento del mundo. Santiago: Editorial Cuatro Vientos.
Escobar,G..(1988) Etica. Mexico D.F. : Mc Graw Hill.
Etchegoyen, H. (1988). El diálogo psicoanalítico. Psicoanálisis. 10 (1): 19-44.
Ferenczi, S. (1928). La elasticidad de la técnica psicoanalítica. En Problemas y Metodos del Psicoanálisis. 1a edición. (1966). Buenos Aires: Ediciones Hormé.
Klimovsky, G.; Dupetit, S.; Zysman, S. (1990). Psicoanálisis y ética: el origen de los conceptos éticos en Freud, su relación con el cambio psíquico y la cura analítica. Buenos Aires: APdeBA. Secretaría Científica.
Lalande, A. (1953). Vocabulario Técnico y crítico de la filosofía. Buenos Aires: Librería El Ateneo Editorial".
Lolas, F. (1991). Segundo Encuentro Chileno-Frances de Psiquiatría y Psicoanálisis. Universidad Diego Portales.Santiago, Abril 1991.
Money-Kyrle, R. (1944). Toward a common aim: A psychoanalytic contribution to ethics. En : Collected papers of Roger Money-Kyrle. 1978. pp:176-197. Scotland: Clunie Press.
Money-Kyrle, R. (1977). On being a psychoanalyst. En : Collected papers of Roger Money-Kyrle. 1978. pp: 457-465. Scotland: Clunie Press.
Popper, K. (1982) Tolerancia y responsabilidad intelectual. Ponencia en el Ciclo de Conversaciones sobre la Tolerancia en la Universidad de Viena. Texto publicado en: Sociedad abierta, universo abierto. Conversación con Franz Kreuzer. 2a edición. 1988. Madrid: Editorial Tecnos.
Racker, E. (1976). Psicoanálisis y ética. Revista del centro de investigación en Psicoanálisis y Medicina Psicosomática. 3(6): 9-40.